El mítico tlacuache trajo luz a la humanidad
El tlacuache es un marsupial, y su nombre viene del náhuatl tlacuatzin (tla, fuego; cua, mordisquear, comer; y tzin, chico) que significa “el pequeño que come fuego”. Leyendas cuentan que el tlacuache trajo luz con su cola, por eso está pelada.
Los tlacuaches, zarigüeyas o zorros del monte, son animales carismáticos y misteriosos. Su carácter y encanto los han convertido en protagonistas de mitos a lo largo de toda Latinoamérica.
La leyenda cuenta que, antes de que los seres humanos tuvieran entre sus manos la magia del fuego, la oscuridad y el frío reinaba durante las noches. En ese entonces la vida era muy difícil. La gente debía comer los alimentos crudos y en invierno todo empeoraba. El frío les helaba la carne a niños, mujeres, hombres y ancianos. Todos imploraban porque pasara el invierno y terminaran las noches para poder ser calentados por el sol.
Sin embargo, de pronto, de una estrella se desprendió lumbre que cayó a la Tierra. Ésta fue detenida por una audaz anciana que guardó el fuego para sí misma. Cuando los pobladores se enteraron de esto, le pidieron un poco a aquella mujer, pero ella se negó y los echó de su casa.
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Como consecuencia, la gente comenzó a reunirse. Sabían que debían hacer algo para obtener un poco de fuego y así poder calentarse. No obstante, nadie sabía cómo conseguirlo. Entonces, durante una de las asambleas, llegó un tlacuache. Este pequeño marsupial les dijo a todos que él les traería el fuego siempre y cuando dejaran de cazar y comer a los tlacuaches. Los presentes estallaron en carcajadas y se burlaron del pobre tlacuache pero él se mantuvo firme y dijo:
—No se sigan riendo de mí porque la burla es para ustedes mismos. Lo crean o no, esta misma tarde verán cumplida mi promesa.
A pesar de la burla, el tlacuache se dedicó a tocar las puertas de todas las casas y a decir que en cuanto él regresara con la lumbre, debían tomar cuanto pudieran. Después, el tlacuache se dirigió hacia la casa de la anciana. Cuando llegó le dijo:
—Buenas, Señora Lumbre, hace mucho frío, ¿verdad? Yo quisiera acercarme un poco al fuego calentarme porque hasta los huesos me duelen del frío.
La Señora Lumbre se compadeció del pobre tlacuache y lo dejó acercarse. El pequeño marsupial se acercó al fuego poco a poquito hasta quedar casi sobre él. En ese momento, sin que la anciana se diera cuenta, metió la cola en la lumbre y corrió para llevarla a los humanos. Fue así como el tlacuache trajo luz y cumplió su promesa, por eso le quedó la cola pelada. Sin embargo, las personas continuaron cazándolo.
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