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Para que haya transformación, primero debe haber poder

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Para que haya transformación, primero debe haber poder
El Nómada

¿Por qué esperamos un resultado diferente de los políticos si ellos se dedican a la política?

No, no se trata de una pregunta retórica. Es una interrogante tan pero tan básica, que ni nos damos cuenta que todos formamos parte de un error. De la equivocación de esperar resultados distintos de los políticos, cuando ellos se dedican a eso, a hacer política. Con esto tampoco quiero insinuar que todos los políticos son malos, tampoco puedo afirmar lo contrario.

El fin de semana terminé de ver la cuarta y la que parece ser la última temporada de la serie danesa “Borgen”, que transmiten por Netflix. Una producción audiovisual que mezcla muy bien dos temas: política y medios de comunicación. (ALERTA DE SPOILERS), en el discurso final del personaje principal, Briggite Nyborg, ella justifica que cometió varias acciones para transformar ciertos aspectos de Dinamarca, pero para ello, necesitaba poder, necesitaba más poder. De lo contrario, no podía concretar los cambios y tampoco iba a dejar un legado. Sin embargo, el guionista de la serie puso unas palabras en la boca de Nyborg, “El poder tiene vida propia”.

En México, cargos como presidente de la República o gobernador de un estado, son seis años pero sin posibilidad de reelección. Seis años pueden parecer largos, pero quizás, no son suficientes para llevar a cabo una transformación. Por ejemplo, el presidente de la República tiene una intención evidente de ser el padre de lo que él denomina “La Cuarta Transformación” y que ese sea su legado en los anales de la historia como lo hizo Benito Juárez. Pero para lograrlo, al igual que el personaje de ficción, Briggite Nyborg, necesita poder o no dejar de tener poder.

Por ello, la importancia de buscar algunos cambios, que aunque representen un retroceso para los cambios del mundo, ese poder no se irá de las manos. La dependencia de los mexicanos a la Comisión Federal de Electricidad, la reforma electoral para que el órgano vuelva a formar parte de la Secretaría de Gobernación y con menos consejeros. Sin duda alguna, sería una transformación y con ello, más poder.

De esa transformación ya salió Ricardo Monreal, quien al no ser del grupo de poder, aboga por un partido Morena más democrático, pero no aboga por un México más democrático. ¿Si el partido de Gobierno no es democrático, si puede dirigir a un país bajo ese sistema?

Días atrás, escuchamos en el Congreso de Yucatán al diputado de Morena, Rafael Echazarreta Torres, reclamando en tribuna que la esencia de la democracia era el equilibrio de poderes, al cuestionar la reforma al Poder Judicial y la designación de los nuevos magistrados por parte de la bancada de la mayoría en el Legislativo, la del Poder Judicial. Pero en el mismo discurso, que fue antes del cinco de junio, vociferó que Morena iba a ganar el carro completo en las elecciones y adelantó que en el 2024, también iban a ganar Yucatán.

Ciertamente, si Morena quiere transformar a Yucatán, necesita más poder.

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También la semana pasada, en Mérida, se reunió la Asociación Nacional de Alcaldes de Acción Nacional para presentar un decálogo de los gobiernos municipales. Uno de los principales puntos rezaba: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.

En fin, sea azul o guinda, para transformar o para servir, primero se necesita poder. Un deseo no cuestionable, porque en eso se basa la política. Al final, tenemos que entender que a eso se dedican, de lo contrario, estarían presidiendo una fundación con fines filantrópicos.

Ronald Rojas
Ronald Rojas


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