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“Ningún ser humano es ilegal” Elie Wiesel

“Ningún ser humano es ilegal” Elie Wiesel

“Ningún ser humano es ilegal” Elie Wiesel

Es necesario apuntar algunos factores que están incidiendo en los procesos migratorios a nivel planetarios. Muchas personas se mudan en busca de mejores oportunidades económicas, como empleo y salarios más altos. Otra causa son los conflictos armados y la violencia en sus lugares de origen pueden forzar a las personas a huir en busca de seguridad. Asimismo, la persecución basada en la religión, la etnia, la orientación sexual u otras características puede llevar a la migración.

El cambio climático está generando también procesos migratorios extraordinarios. Los desastres naturales y los efectos del cambio climático, como sequías e inundaciones están desplazando a las personas de sus hogares.
Pero la migración también puede ser motivada por la búsqueda de la reunificación familiar, donde miembros de la familia se mudan para estar juntos.

No podemos dejar de reconocer que la migración puede enriquecer la diversidad cultural en los países receptores, pero también generar tensiones culturales y desafíos de integración. En el plano económico, los migrantes aportan mano de obra a los países receptores y pueden contribuir al crecimiento económico. Sin embargo, también pueden enfrentar explotación laboral y competencia por empleos. Este último punto ha exacerbado tendencias nacionalistas que manifiestan su rechazo a las olas migratorios.

No podemos dejar de considerar que la migración puede tener un impacto en la composición demográfica de los países, incluyendo el envejecimiento de la población en algunas regiones. Europa está viviendo ese fenómeno. China, a causa de sus estrategias para constreñir el aumento de la población tiene hoy un problema de falta de mano de obra, el recambio se ha visto afectado por que non existe “una reserva poblacional”, de tal suerte que deberán dar entrada a mano de obra externa.

La migración puede ser un tema políticamente controvertido y puede influir en las políticas gubernamentales y las dinámicas políticas. Los países de origen pueden experimentar una “fuga de cerebros» cuando profesionales altamente capacitados emigran, lo que puede obstaculizar el desarrollo económico.

“La migración es un acto de valentía. El migrante no es un criminal” Eduardo Galeano

La migración en América Latina conlleva diversos riesgos, y frenarla o abordarla de manera efectiva es un desafío complejo. Existen riesgos para la migración en América Latina. Los migrantes pueden enfrentar peligros en su viaje, como la violencia, la explotación y el tráfico de personas. De tiempo atrás la región sufre los efectos de la migración de profesionales altamente capacitados lo que puede afectar negativamente el desarrollo de los países de origen.

¿Cómo frenar o abordar la migración en América Latina? Mejorando de las condiciones económicas y laborales. Crear oportunidades económicas y empleos en los países de origen puede reducir la necesidad de emigrar. Fortalecimiento de la seguridad. Mejorar la seguridad en las rutas migratorias y combatir el tráfico de personas puede proteger a los migrantes. Se requieren, también, programas que contribuyan a la reunificación familiar. Facilitar esta reunificación familiar puede ayudar a mantener a las familias unidas.

Es urgente implementar políticas de desarrollo sostenible que aborden las desigualdades y fomenten la estabilidad en la región. Es necesario fomentar la cooperación entre los países de la región abordando de manera conjunta los desafíos migratorios. Para lograr este objetivo, es necesario establecer políticas migratorias que respeten los derechos humanos de los migrantes y les brinden protección y asistencia. La atención al tema migratorio pasa por la obligación de invertir en educación y capacitación para que los jóvenes tengan más oportunidades en sus países de origen.

Es obligado en la promoción de la paz. Trabajar para prevenir conflictos y promover la paz en la región puede reducir la necesidad de emigrar debido a la violencia. Desde luego, no existe una solución única para frenar la migración en América Latina, ya que cada país y cada situación son únicos. El enfoque debe ser integral, abordando las causas subyacentes y garantizando que las políticas sean humanitarias y respeten los derechos de los migrantes.

“Los migrantes deberían ser tratados como seres humanos” Papa Francisco

La migración de México a Estados Unidos tiene importantes efectos económicos, políticos y sociales que repercuten en la relación entre ambos países. Los efectos económicos son palpables. Los mexicanos que trabajan en Estados Unidos envían grandes cantidades de remesas a México. Estas remesas son una fuente crucial de ingresos para muchas familias mexicanas y contribuyen significativamente a la economía de México.

Los trabajadores mexicanos migrantes a menudo ocupan empleos en sectores como la agricultura, la construcción y el servicio, lo que beneficia a la economía estadounidense al proporcionar una fuente de mano de obra dispuesta. No podemos dejar de comentar que la migración genera competencia por empleos en ciertas industrias, lo que puede tener impactos en los trabajadores estadounidenses, particularmente en áreas donde la migración es alta, lo que genera tensiones y presiona a los gobiernos a tomar medidas regulatorias cada día más radicales y que pasan por encima de los derechos humanos de muchos migrantes.

La migración de México hacia el vecino del norte ha sido un tema político controvertido en Estados Unidos, lo que ha llevado a debates sobre la reforma migratoria y la seguridad fronteriza. La gestión de la migración es un componente importante de la relación diplomática entre ambos países, y las políticas migratorias de Estados Unidos pueden afectar las relaciones bilaterales. Esto lo estamos viendo en estos momentos en los que los republicanos exigen al gobierno demócrata de Joe Biden “apretar cuerda”, lo que ha obligado al presidente a tomar medidas que reduzcan el flujo migratorio.

México y Estados Unidos han firmado acuerdos bilaterales para abordar temas relacionados con la migración, como el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), que incluye disposiciones sobre la movilidad laboral.

La migración conduce a la separación de las familias y a la formación de familias transnacionales, lo que puede tener efectos emocionales y sociales complejos. No se puede negar que la presencia de una gran comunidad mexicana en Estados Unidos ha contribuido a la diversidad cultural y a la mezcla de tradiciones en muchas áreas, lo que ha provocado que escale un discurso intolerante promovido por los grupos conservadores más radicales.

La migración de México a Estados Unidos tiene múltiples efectos que son variados y complejos. La relación entre ambos países está influenciada por cómo gestionan estos impactos y por las políticas que implementan para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades que presenta la migración. La cooperación y el diálogo entre México y Estados Unidos son esenciales para una gestión efectiva de la migración y para mantener una relación bilateral constructiva.

“Si quieres evitar que alguien emigre, mejora las condiciones en su país de origen” Ban Ki-moon

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido en la necesidad de impulsar programas de desarrollo que generen estabilidad económica y promuevan el desarrollo compartido en los países expulsores de personas. En diversas ocasiones el mandatario mexicano ha pedido a Joe Biden apoye un plan de desarrollo que permita generar empleos en las naciones expulsoras

Se requieren programas estructurados, que no impongan la construcción de muros y que generen alternativas de mediano y largo plazo que inhiban la salida de más fuegos migratorios. Vale que recordar a la llamada “Alianza para el Progreso” lanzada en 1961por el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy.

Su objetivo era promover el desarrollo económico y social en América Latina para contrarrestar el avance del comunismo en la región. La iniciativa incluía asistencia económica, programas de desarrollo agrícola, y apoyo para la educación y la infraestructura en los países latinoamericanos.

La Alianza para el Progreso enfrentó varios desafíos que limitaron su efectividad: La corrupción en algunos países receptores debilitó la eficacia de la ayuda. Por ende, los beneficios de los programas no siempre llegaron a las poblaciones más vulnerables, al tiempo que muchos países latinoamericanos experimentaron inestabilidad política y conflictos internos durante esta etapa lo que dificultó la implementación de reformas que pudieran hacer más viable el proyecto.

Luego del asesinato, en 1963 del presidente Kennedy, en Dallas, Texas, la Alianza para el Progreso perdió impulso y no se le dio la misma prioridad por parte de sus sucesores. Además, la Guerra Fría y la política exterior de Estados Unidos se centraron en otros frentes, como la Guerra de Vietnam.

En cuanto a la viabilidad de una Alianza para el Progreso hoy con las posturas de Donald Trump y Joe Biden, es importante señalar que ambos presidentes tienen enfoques y políticas diferentes. Trump tenía una postura más proteccionista y crítica en cuanto a la asistencia extranjera, mientras que Biden ha buscado revitalizar las relaciones internacionales y fortalecer la cooperación, incluyendo la asistencia América Latina.

Una iniciativa similar a la Alianza para el Progreso podría ser viable si se logra un consenso bipartidista (republicanos y demócratas) abordara los desafíos actuales en la región, como la desigualdad, la corrupción y los problemas de gobernanza. Sin embargo, el contexto político y las prioridades cambian con el tiempo, por lo que cualquier esfuerzo en esta dirección dependerá en gran medida de la voluntad política y las circunstancias actuales.

En resumen, para los países cuya migración hacia Estados Unidos es significativa y continúa, es fundamental adoptar una serie de estrategias para abordar los desafíos y aprovechar las oportunidades que presenta la migración. Vale insistir en que el camino más llano para lograr su éxito es necesario fomentar el desarrollo económico y la creación de empleo en los países de origen para reducir la necesidad de emigrar en busca de mejores oportunidades económicas. Esto implica invertir en infraestructura, promover el emprendimiento y facilitar el acceso a créditos y capacitación laboral.

Ya lo hemos dicho, pero es fundamental mejorar la educación y la capacitación para que los ciudadanos tengan habilidades competitivas en el mercado laboral global, sí, pero que se generen proyectos locales que los “amarren” a sus espacios originales. Estos proyectos pueden incluir programas de formación técnica y profesional. Para que tenga buenos resultados este proyecto, es necesario Identificar y atender a grupos vulnerables, como jóvenes en riesgo, para prevenir la migración forzada y ofrecer alternativas atractivas en sus países de origen.

Lamentablemente, en nuestros países es tarea primordial reducir la corrupción y fortalecer las instituciones gubernamentales para mejorar la gobernanza y la transparencia. Tarea de primer orden es garantizar la protección de los derechos humanos de los migrantes y sus familias, incluyendo la prevención de la trata de personas y la explotación laboral.

La reunión de Palenque, menospreciada por quienes tienen una enfermiza fobia a las izquierdas, que no contó con la presencia del actor principal: Estados Unidos, refrendó las bases de un proyecto a atender un problema creciente. La cumbre, más allá de los resultados, y de su enésimo llamado a que el vecino del norte ponga fin al inhumano bloqueo económico a la Isla de Cuba. Los países involucrados en esta Cumbre, y los que faltaron, deben priorizar una estrategia orientada a ajustar los mecanismos más para detener y devolver a los migrantes a sus puntos de origen, sí, pero mucho más en una estrategia orientado a conseguir que los migrantes sean tratados con dignidad y respeto en su tránsito.

Es necesario, además, trabajar en estrecha colaboración con Estados Unidos y otros países receptores para abordar la migración de manera conjunta y buscar soluciones regionales. Se considera necesario ofrecer programas de retorno digno para los migrantes que deseen regresar a sus países de origen, proporcionándoles apoyo para reintegrarse en sus comunidades.

Se requiere promover la educación cívica y los valores democráticos para fortalecer la participación ciudadana y la estabilidad política. Brindar información precisa y objetiva sobre los riesgos y desafíos de la migración, para que las personas tomen decisiones informadas y que eviten que broten acciones nacionalistas o antiinmigrantes que vulneren sus derechos humanos

Estas estrategias deben adaptarse a las circunstancias específicas de cada país y pueden requerir la colaboración de múltiples actores, incluyendo el gobierno, la sociedad civil, el sector privado y la comunidad internacional. La migración puede ser una fuerza positiva cuando se aborda de manera integral y se aprovechan sus beneficios potenciales para el desarrollo.

“La migración es una expresión de la libertad humana. Todos deberían tener derecho de moverse, no porque sean ricos, sino porque son seres humanos” Noam Chomsky

Es importante destacar que las posturas y comportamientos de los demócratas y los republicanos en relación a la migración proveniente de México, Centroamérica y el Caribe pueden variar ampliamente dentro de cada partido y pueden cambiar con el tiempo. Enfoque en Reforma Migratoria. Los demócratas han abogado tradicionalmente por la reforma migratoria integral que incluya una vía hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados que están en Estados Unidos. Han apoyado programas de DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) y TPS (Estatus de Protección Temporal) para ciertos grupos.

Los demócratas tienden a enfocarse en proteger los derechos de los migrantes, incluyendo el acceso a servicios de salud y educación, y han expresado preocupación por las condiciones en los centros de detención y la separación familiar. Asimismo, Suelen favorecer la cooperación con los países de origen y tránsito para abordar las causas fundamentales de la migración, como la pobreza y la violencia.

En lo que a los republicanos se refiere, tienen un particular enfoque en el tema de lo que llaman “seguridad fronteriza”. Los republicanos tienden a enfocarse en la seguridad fronteriza y la inmigración ilegal. Algunos han abogado por políticas más estrictas de control de la inmigración y la construcción de muros en la frontera con México. En ciertos casos, los republicanos han expresado apoyo a programas que permiten a los trabajadores agrícolas temporales ingresar a Estados Unidos, reconociendo la importancia de la mano de obra inmigrante en la agricultura.

Las opiniones dentro del partido pueden variar sobre el DACA y el TPS, pero algunos republicanos han expresado apoyo a soluciones legislativas para proteger a ciertos grupos de inmigrantes.

“El problema de los argentinos es que tenemos más historia que futuro” Eduardo Duhalde

El domingo pasado se realizó la llamada primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina. El peronista Sergio Massa, actual ministro de Finanzas, obtuvo el 36.7% de los sufragios, en tanto que el ultraderechista Javier Miley, quien había resultado el más votado en las elecciones primarias, obtuvo el 30% de los votos, motivo por el cual ambos participarán en la segunda vuelta el próximo 19 de noviembre. El ganador se convertirá en presidente de la República de Argentina y tomará posesión el 10 de diciembre próximo. En los comicios realizados el domingo pasado acudieron a las urnas a emitir su sufragio el 74% de los ciudadanos registrados en el padrón electoral.

Es importante destacar que Argentina tiene un sistema de gobierno presidencialista, lo que significa que el presidente es el jefe del Estado y del Gobierno. El presidente y el vicepresidente son elegidos en una fórmula conjunta y tienen un mandato de cuatro años, pudiendo ser reelegidos por un solo período consecutivo.

El resultado de la primera vuelta es más que engañoso. El peronista Sergio Massa, quien obtuvo el apoyo de 9 millones 645 mil ciudadanos, parecería ir en caballo de hacienda hacia una victoria el 19 de noviembre, pero los 7 millones 884 mil de sufragios favorables al ultra conservador Javier Milei, pueden tener un crecimiento exponencial si se concreta la invitación de la derechista Patricia Bullrich, quien ha invitado a los 6 millones 267 mil de personas que le obsequiaron su voto el domingo pasado.

Patricia lidera al partido que llevó a la Casa Rosada a Mauricio Macri, conservador quien gobernó durante cuatro años y que no logró la reelección debido a los malos resultados de su gestión.

El peronismo retomó el poder, pero con magros resultados y una crisis de la que no se puede culpar al COVID, sino a errores puntuales que tienen envuelta a Argentina en un caos financiero, con caída del PIB, crecimiento de la pobreza y reducción de las expectativas de vida especialmente de los jóvenes.

¿Quién ganara las elecciones el 19 de noviembre próximo? Si Sergio Massa no se mueve y logra captar, con un discurso conciliador, a una buena parte de los votantes de Bullrich, su derrota será inevitable. La moneda está en el aire y los dos candidatos lo saben.

“La única verdad es la realidad” Juan Domingo Perón

El discurso de Massa se ha centrado en mantener la trayectoria de una izquierda moderada. El domingo 19 de noviembre tiene que haber construido la redes que le permitan ganar al menos el 50% de los peronistas es un movimiento político argentino que se originó en la década de 1940 bajo el liderazgo de Juan Domingo Perón, quien fue elegido presidente en 1946 y estableció un gobierno que promovió el nacionalismo, la justicia social y la industrialización del país.

Sin embargo, el peronismo también enfrentó controversias y divisiones internas, y Perón fue derrocado en 1955. Durante las décadas siguientes, Argentina experimentó periodos de gobierno peronista intercalados con gobiernos militares y civiles.

El peronismo se mantuvo como un movimiento político influyente durante este tiempo. En 1973, Perón regresó al poder y fue elegido presidente nuevamente, pero su muerte, en 1974, llevó a su esposa Isabel Perón, a asumir la presidencia. El país enfrentó una creciente agitación política y económica, lo que finalmente llevó a un golpe militar en 1976.

El peronismo continuó siendo un factor importante en la política argentina durante las décadas de 1980 y 1990. En 2003, Néstor Kirchner, líder peronista, fue elegido presidente y marcó un regreso del peronismo al poder. Su esposa, Cristina Fernández de Kirchner, le sucedió como presidenta en 2007 y nuevamente en 2011.

La situación actual del peronismo en Argentina es dinámica y ha experimentado cambios la presente década.

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En 2019, Alberto Fernández, un peronista, fue elegido presidente, con Cristina Fernández de Kirchner como vicepresidenta. Su gobierno se ha enfrentado a desafíos económicos y sociales, incluyendo la crisis económica y la pandemia de COVID-19. Su herencia es negativa. Su ausencia en los últimos tiempos, es caldo de cultivo favorable para aquellos que quieren un cambio, aunque este sea para peor. Entre los que buscan ese cambio. Un fin a la crisis perpetua, son los jóvenes que, como señaló el filósofo polaco Zygmunt Bauman, ante la desesperanza “prefieren ver el futuro a través del espejo retrovisor”.

“Los argentinos somos capaces de lo mejor, pero también de lo peor. Todo depende de las circunstancias, de las oportunidades y de los líderes” Arturo Frondizi

La política en Argentina ha sido históricamente dominada por fuerzas políticas de centroizquierda y centro-derecha, con un espacio limitado para la ultraderecha. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha observado un resurgimiento de la derecha y, en menor medida, de la ultraderecha en la escena política argentina.

La derecha ha tenido un papel relevante en la política desde la independencia del país en el siglo XIX. A partir de la década de 1980, con el regreso de la democracia después de un período de dictadura militar, surgieron partidos y coaliciones de derecha que buscaban representar una visión más conservadora en términos económicos y sociales.

Uno de los partidos de derecha más influyentes en Argentina es el PRO (Propuesta Republicana), liderado por figuras como Mauricio Macri, quien fue presidente de 2015 a 2019. El PRO se ha centrado en políticas de mercado libre, reducción del gasto público y la promoción de una economía más liberal. Aunque no se considera una fuerza ultraderechista, representa una alternativa a las corrientes de centro-izquierda que han dominado la política argentina.

Por otro lado, la ultraderecha en Argentina es un fenómeno más reciente y de menor alcance. Grupos ultranacionalistas y anti-inmigración han surgido en los últimos años, pero su influencia política ha sido limitada hasta ahora. La ultraderecha argentina comparte algunas similitudes con movimientos similares en Europa y otros lugares, pero enfrenta obstáculos significativos para ganar apoyo generalizado debido a la historia política y social del país.

Las posibilidades de que la derecha y la ultraderecha lleguen al poder en Argentina dependen de varios factores. En primer lugar, la capacidad de estas corrientes políticas para construir coaliciones sólidas y atraer a un electorado diverso es crucial. Además, deben abordar temas que resuenen con la sociedad argentina, como la economía, la seguridad y la corrupción.

Sin embargo, las fuerzas de centro-izquierda y el peronismo siguen siendo poderosas en Argentina y cuentan con un apoyo significativo. El éxito de la derecha y la ultraderecha en las elecciones del 19 de noviembre dependerá de su capacidad para construir una base de votantes sólida y movilizada.

La derecha y la ultraderecha en Argentina están experimentando un resurgimiento político, pero su llegada al poder dependerá de su capacidad para ganar apoyo en elecciones y construir coaliciones políticas efectivas. El país sigue siendo un terreno fértil para el debate político y la competencia, y el futuro político argentino seguirá siendo una historia en evolución.

Una victoria de Víctor Milei daría un vuelco al escenario político, económico y social de esta gran nación sudamericana con un pronóstico realmente incierto. Vale señalar que Milei está ubicado en el mismo componente ideológico que Donald Trump y Jair Bolsonaro. Que su potencial triunfo sería muy bien recibido por la ultraderecha europea encabezada por VOX en España, Melani y Le Pen en Italia y Francia, respectivamente.

“No se trata de un conflicto entre judíos y árabes. Se trata de un conflicto entre dos visiones del mundo” Amos Oz

Josu Gómez Barrutia, embajador de la Paz por la Organización para la Excelencia Educativa de las Américas, miembro de la Red Internacional de Escritores por la Tierra, presidente y fundador de los Premios Emilio Castelar a la Defensa de las Libertades y El Progreso de los Pueblos, recientemente investido con el doctorado Honoris Causa de la Universidad Olmeca, me compartió su artículo publicado en el Diario Latinoamericano, en el que hace una brillante reflexión sobre el nuevo conflicto en oriente medio: “El valor de los muertos”.

Este ensayo llama a la reflexión. “De nuevo, las noticias se vuelven a manchar de sangre, gritos y desesperanza. Hoy como antes y como ocurrirá mañana los titulares de los medios de comunicación nos recuerdan la descarnada historia de las guerras sin sentido, de la sinrazón de las creencias excluyentes y de la realidad de quienes mueren sin ser culpables de la locura que a su alrededor tiñen de negro las esperanzas de un futuro trucado a golpe de metralla, cohetes, bombas y esquirlas. Esas que se expanden por el mundo y que hoy toman forma de nuevo en su cara más dura en Gaza”.

La denuncia que Josu hace en este artículo nos obliga a calibrar la tragedia que significa este escenario de violencia ubicado en la confluencia de un entorno geopolítico cuya frialdad pretende ocultar la ignominia que devora cualquier derecho humano que garantice la paz y la justicia.

La zona de conflicto es: “Un lugar del que la muerte nunca se fue, domiciliada per se en las calles y plazas de una tierra santa convertida en un infierno de dolor y muerte. Y es que, si bien, no podemos dejar de condenar las violaciones o el asesinato de cientos de hombres, mujeres y niños de Israel por la barbarie del terrorismo de Hamas que debe ser perseguido y aplicado sobre el toda la rotundidad de la contestación israelita, tampoco podemos dejar de poner énfasis en la condena de la muerte injustificable de los cientos y miles de civiles Palestinos inocentes, también hombres, mujeres, niños y niñas que hoy son  represaliados y asesinados bajo el concepto de `daños colaterales´ que vienen a suponer en realidad una violación flagrante de los Derechos Humanos”.

Con puntual firmeza el consistente promotor de la paz describe lo que hoy se vive en esta zona de guerra: “Escenas de muerte y odio que desataron el infierno en los Kibutz Israelitas primero y en las calles de Gaza después para el recogido del mal en la tierra en la acción del hombre.  Víctimas y peones de un ajedrez que movido a distancia desde hoteles de cinco estrellas en Qatar y desde los palacios de Irán con la complacencia de otros, rompieron hace apenas unos días las estrechas vías a la paz que durante años se habían intentado construir. Puentes hoy dinamitados por el terrorismo de Hamas y la bota de hierro del nacionalismo israelita de Netanyahu que nos aproxima a la escalabilidad de un conflicto con consecuencias en todo el mundo.”

El periodista se pregunta: ¿Por qué ahora? ¿Con que interés? ¿En busca de que objetivos? “Y de nuevo aquí, en un nuevo conflicto, las noticias nos vuelven a conectar a diario con una realidad, como lo hicieron antaño con una guerra de Ucrania hoy apartada del titular del noticiario a golpe de la nueva sangre fresca de otro conflicto, como si en las tierras del rus no siguiera oliendo a muerte y conviviendo el miedo con los cuerpos quemados, mutilados y las violaciones a mujeres inocentes. Hoy por el contrario el titular es otro, ese que capta el interés de un mundo olvidadizo con los muertos y los dramas humanos de Israel y Palestina olvidando otros, en el ritmo frenético de una sociedad tal vez cada día más insensible en lo general y más anestesiada al dolor en lo particular. Ese que de tanto mostrarse, se normaliza como algo propio a la propia realidad del ser humano”.

Duele aceptar entonces lo que platea el autor: “Ya nadie se acuerda así o al menos poca gente de la crisis de los refugiados de Siria, de la Guerra de del Yemen, de la crisis del pueblo haitiano, de la persecución del pueblo Armenio, de las marchas migratorias hacía EEUU de cientos de personas de Latinoamérica con el acoso de la muerte, las violaciones y la represión o de la fosa común de los mares en el intento de conquistar el sueño de un mundo mejor de miles de hombres, mujeres y niños que convierten dejando cientos de muertes en ese intento de conquistar la esperanza. Pocas plazas, calles y estrados claman por ello, incluso apenas sin pena ni gloria se atestigua esta realidad en la prensa, la televisión o la radio, en las tertulias del día a día o las aulas del pensamiento crítico de las universidades”

Lo anterior lo obliga a preguntarse: ¿Qué sociedad estamos construyendo? Y, ante todo ello, destaca un hecho plausible: “En mi juicio analítico de simple escriba, los muertos no valen lo mismo ni se sienten igual por quienes tuvimos la suerte de nacer en este lado de la realidad del mundo, el del bienestar y las oportunidades, el de los derechos humanos y las libertades públicas, el del progreso y la economía del bienestar. Ese, en el que el asesinato condenable de dos, tres o cien personas inocentes por la sinrazón terrorista nos hecha a las calles y nos reactiva como democracias frente al odio.  Pero que por el contra a veces parece no afectarnos tanto – apenas los minutos, horas, días o semanas de la indignación momentánea – cuando vemos a golpe de televisor la muerte de otros en lugares remotos. Noticias, que pasada la actualidad nos devuelven a nuestra realidad mundana y feliz en la que los problemas y ocupaciones del día a día nos permiten dedicar la atención a nuestro día a día. Olvidando si cabe la muerte de quienes cada día llenan de lágrimas y llantos territorios alejados de nuestro paraíso occidental”.

Finaliza diciendo: “Sería bueno ante tanta anestesia y capacidad de amnesia, recordar que la sangre es igual de roja, que la carne de los niños y niñas desmembrados por la metralla duele de la misma forma a los padres y madres de cualquier parte del mundo y que los Derechos Humanos y las Libertades deben ser defendidas por la humanidad en su conjunto para la construcción de espacios de progreso, convivencia, fraternidad y esperanza. Aunque este sentimiento sea para los más agnósticos en el deseo de un mundo mejor por la propia conveniencia en la construcción de un mundo más seguro incluso para ellos.”

Valiente planteamiento escrito en las horas en las que Netanyahu recrudece los bombardeos sobre Gaza, al tiempo que golpea Cisjordania y el sur de Líbano. Mientras el gobierno de Estados Unidos refrenda su apoyo al gobierno judío que en medio de las balas y misiles recibe al presidente ucranio, Zelenski, quien también le brinda su apoyo como parte de su imparable caravana para obtener recursos en su interminable pleito contra la invasora Rusia. Tiempos de geopolítica que evidencian que la guerra y la ética no van de la mano.

En medio de esta crisis, por fin se escucha al secretario general de la ONU, Antonio Gutiérrez, decir, propiciando una vitriólica reacción del gobierno hebreo: “(…) los ataques de Hamás no vienen de la nada, sino después de que los palestinos han estado sometidos a 56 años de ocupación asfixiante”. El mundo se une a la petición del portugués: “(…) un alto al fuego humanitario inmediato para remediar un sufrimiento épico”.

Emilio de Ygartua
Emilio de Ygartua


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