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Amputa las piernas con cuchillo y sin anestesia a obrero

Amputa las piernas con cuchillo y sin anestesia a obrero

Amputa las piernas con cuchillo y sin anestesia a obrero

Un edificio se derrumba en la república rusa de Tuvá; un médico para salvarle la vida le amputa las piernas con un cuchillo y sin anestesia a un obrero.

Lo hizo sin medicamentos ni instrumentos especializados y en constante peligro de perder la vida él mismo en caso de que se produjera un nuevo derrumbe.

Los hechos tuvieron lugar el pasado 5 de diciembre en la ciudad de Ak-Dovurak; después de que una fábrica de trece pisos en proceso de desmantelamiento se desmoronara cubriendo con cascotes a dos trabajadores. Uno de ellos muere en el acto, mientras que el segundo sobrevive, pero queda aprisionado con un bloque de concreto sobre sus piernas.

Una ambulancia con el traumatólogo Erguil Chadamba a bordo parte de Kyzyl, la capital de Tuvá, situada a unos 300 kilómetros de Ak-Dovurak; y llega al lugar poco después de las 23:00.

“Y ahí… El gran edificio estaba arrugado como una caja de cerillas. Vehículos de emergencias, ambulancias, luces intermitentes. Por supuesto, la vista era inquietante, incluso apocalíptica. Nos dijeron que había un hombre bajo los escombros y que estaba gritando”, recuerda el médico en una entrevista publicada este miércoles por Komsomólskaya Pravda.

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Amputa las piernas a obrero

Herido de gravedad durante el derrumbe, el obrero atrapado tuvo que esperar la ayuda durante casi diez horas, con una temperatura en el exterior de -25 ºC.

El equipo especial no podía acercarse al edificio, había escombros alrededor, así que los rescatistas se abrían paso hacia el hombre a mano. Excavaban el hormigón con amoladoras, martillos perforadores, cortadores de alambre. Si hubiera habido un segundo colapso, habría enterrado a todos.

Sin embargo, al llegar a donde estaba el obrero, los rescatistas entienden que no podrían liberarlo de debajo del bloque de concreto. “Estaba claro: debía ir yo hasta la víctima”; cuenta el traumatólogo, quien para poder atravesar la apretada abertura tuvo que quitarse la ropa de abrigo y el casco. Por tanto, relata:

“Noche, luces de linternas, mucho polvo… Por todas partes sobresalen pedazos de hormigón, algún tipo de vigas, esquinas metálicas. Entiendes que todo eso puede colapsar sobre ti en cualquier segundo, pero te arrastras”.

Solo una opción

Cuando llega hasta el herido, el médico ve que se encontraba en un pequeño hueco donde casi no había lugar para los dos. De inmediato comprende:

“Había solo una opción, la amputación de ambas piernas al nivel de las rodillas”.

Pero no disponía de los instrumentos necesarios en su ambulancia y el tiempo se acababa:

“El hombre había aguantado todo el día y, al vernos a nosotros, podía simplemente relajarse y expirar”.

Tenía un bisturí, pero no servía aquí, era imposible amputar una pierna con él. Y luego uno de los rescatistas me dio su cuchillo. Uno ordinario, de casa, con mango de madera, pero muy afilado.

Realizar una esterilización no era posible por la abundancia del polvo y los fragmentos de hormigón caídos. Tampoco lo era la anestesia, peligrosa dado el estado de extenuación del herido.

Lo único que quedaba era esperar que dado su estado de ‘shock’, no sentiría el dolor de manera tan fuerte como lo haría en condiciones normales.

Chadamba aplica torniquetes en las caderas del obrero y le amputa ambas piernas: una desde la rodilla y la otra, un poco por debajo de la articulación. La operación se prolonga por unos 30 minutos. Asimismo relata:

“Después de eso, entregué el paciente a los rescatistas y lo llevaron al vehículo. Cuando descendí, casi lloré. Empecé a temblar, tenía un temblor en todo mi cuerpo. Y en mi cabeza había solo un pensamiento: ‘¿Realmente funcionó, tuvo éxito?’ Me recompuse con dificultad”.

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“Es difícil incluso poder imaginarse lo que vivió”

El herido fue trasladado a un hospital local, donde fue sometido a otra amputación, ya en condiciones de esterilidad, y luego transportado en helicóptero hasta Kyzyl.

Todavía se encuentra en la UCI, conectado a un respirador y con múltiples traumas y secuelas por intoxicación. Sin embargo, el propio hecho de que sobrevivió ya es casi un milagro, señala Chadamba.

El médico concluye:

“Me asombró su tenacidad: el hombre resistió tanto en el frío. Es difícil incluso poder imaginarse lo que vivió. Sus manos estaban congeladas, la piel de los dedos arrancada. […] Pudo haber muerto por el ‘shock’ y las heridas. No solo tenía las piernas aplastadas, sino también lesiones graves en el pecho, la columna vertebral y la cabeza. A pesar de todo ello, sobrevivió. ¡Y estaba consciente!”.

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Hefzi Calderón

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