Radicalización hacia el absurdo
Triques
En México y América Latina la sociedad se radicaliza en proporción a la presión que ejercía el gobierno sobre sus integrantes. Acorralados ante el autoritarismo de regímenes autoritarios y dictaduras militares. La democracia vencida y casi pulverizada sólo tenía la alternativa de la clandestinidad para no morir del todo. Es decir, la radicalización de la lucha a muerte por ella.
A los guerrilleros, disidentes, los afectados directamente por el autoritarismo eran llamados nadie sin nombrarlos. La dictadura colocaba a la inconformidad en el terreno del delito y los combatía como verdaderos criminales.
La limpieza de la justicia ante el triunfo dela democracia colocó a los asesinos en la cárcel en algunos casos. El juicio que encabezó el fiscal argentino Julio César Strassera contra Rafael Videla, Leopoldo Galtieri y Emilio Massera fue un ejemplo que debieron seguir muchos países. Estos generales, títeres de la CIA, consideraban criminales a los guerrilleros por el simple hecho de denominarse así.
Eran guerrilleros ante la radicalización de sus posturas ante la opresión y la represión de sus regímenes.
Ahora, en México, no hay juicio contra los asesinos de tantas personas desaparecidas, pero sí hay una derecha que todos los días se radicaliza. Tienes a la cabeza a quienes también son nadie, y para figurar como entres vivos se afilian a una derecha cada vez más retrógrada, es el caso de un personaje más adicto al alcohol que a la democracia llamado Felipe Calderón Hinojosa, quien debería estar en la cárcel como sucedió con quienes encabezaron dictaduras salvajes.
En el foro llamado Democracia y Libertad, realizado en España, confluyeron los personas más antidemocráticas del continente y la península ibérica. Entre otros podemos hablar del usurpador Felipe Calderón, de México, Vargas Llosa, perdedor en las elecciones de Perú, por ultraderechista; Sergio Moro, ahora senador quien crear una serie de artimañas legaloides para acusar falsamente a Luis Inacio Lula da Silva de corrupto; el mediocre creador de la barbarie financiera de México y operador del Fobaproa, Ernesto Zedillo, uno de los presidentes colombianos más represivos, Iván Duque, entre otros personajes dignos de un cadalso.
El discurso de calderón fue producto de un delirium tremens, asoció como sinónimos al INE con la democracia, quiere que una asociación internacional se convierta en partido en México, como es el caso de Libertad y Responsabilidad política, que encabeza Margarita Zavala, y anuncia que se afiliaría a ese grupo de ultraderecha.
Ahora Felipe Calderón no es nadie, su ubicación dentro de las categorías de ciudadanos mexicanos es la de un delincuente común, que llevó a la muerte a cientos de miles de mexicanos y que ahora, acorralado, busca resquicios que lo apoyen para vivir en la impunidad.
El PAN acelera su paso hacia el fascismo y la expareja de Felipe y Margarita, busca acomodo a sus candidaturas para lograr la impunidad. Se hace evidente el arrinconamiento de la derecha y el conservadurismo delincuente, lo que demuestran las palabras del ex presidente de México Ernesto Zedillo, quien tiene muchas cuentas pendientes con la justicia de México y debería ser juzgado por muchos delitos, pero al hablar continuamente logran la impunidad porque mientras más reflectores tengan para sus peroratas antidemocráticas existen mayores posibilidades que al momento de ser detenidos argumenten que se trata de una persecución política.
Los poderes fácticos nunca se reconocieron así, aunque en la práctica llegaban a excesos inhumanos que superaba esta denominación. Muchos de ellos no sólo siguen vivos sino con la misma fuerza que antes, mermados sólo por el pago de impuestos de los que antes estaban exentos.
Los delincuentes del pasado tienen en sus intervenciones públicas el puente hacia la impunidad, en su radicalización los medios necesarios para hacerse escuchar y en la indecisión del actual gobierno la posibilidad de nunca ser juzgados.
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