“Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos” Eduardo Galeano
Prospectiva
En los últimos días, América, el continente, se ha convertido en una zona de extrema turbulencia. Canadá se salva de esa vorágine, si bien el primer ministro Justin Trudeau no las tiene todas consigo, sumado a la aparición de un grupo, no cuantificado aún, que ha manifestado abiertamente que no reconocen al recién entronizado Carlos III como su monarca, lo cual no es privativo de esa nación norteamericana que es parte del Commonwealth.
En su frontera sur, en los Estados Unidos, la situación genera preocupación. La administración Biden está transitando por un camino lleno de espinas, piedras y todo tipo de obstáculos colocados por los republicanos que, merced a obtenida recién en la mayoría en la Cámara de Representantes están haciendo lo necesario para descarrilar al gobierno, lo que tiene que ver con una estrategia electoral con la mirada puesta en el 2024.
Joe Biden conoce muy bien estas estrategias, las vivió siendo vicepresidente en la administración de Barack Obama. A lo largo de los ocho años de ese gobierno los republicanos utilizaron su mayoría en el Congreso para bloquear el presupuesto, impedir el alza en los techos de endeudamiento, en resumen, hacerle la vida de cuadritos a sus antagónicos.
Estas acciones no son privativas de los republicanos, los demócratas también las han utilizado con la finalidad de desgastar al gobierno y que ello conlleve una pérdida de confianza y adhesión de la ciudadanía a quien en ese momento es oposición. Desde luego, esto es inmoral, por decir lo menos, pero muy efectivo políticamente hablando porque tocar el presupuesto significa paralizar pagos a la burocracia, a proveedores y la cancelación de proyectos de infraestructura lo que genera irritación en la población y una lógica percepción de ingobernabilidad, de ineficiencia que suele pagarse en las urnas.
Ante la postura de sus opositores, el presidente Biden tuvo que acortar parte de una importante gira por Asía-Pacífico, obligado a centrarse en las negociaciones con los líderes del Congreso que permitan llegar a un acuerdo que se centra en un punto en concreto: permitir al gobierno elevar el techo de endeudamiento y poder acceder a más dinero para fondear su presupuesto.
Es posible que, al final del día, los republicanos lo acepten sobre todo porque ellos mismos saben que una cosa es “apretarle el cuello a la gallina”, y otra muy distinta “alinearla para comérsela”. Demócratas y republicanos han sido laxos en este tema. El crecimiento de la deuda pública es un problema que tiene que enfrentarse ya. Cualquier otro país ya hubiera sido intervenido por el Fondo Monetario Internacional con los montos de deuda que los Estados Unidos han alcanzado.
El déficit de la balanza de pagos, el déficit fiscal y el déficit en la balanza comercial, conforman una triada que puede llevar al colapso económico a la nación más poderosa del planeta arrastrando a todos los países del orbe a una crisis que superaría con creces a las del 1929 y 2008.
¿De qué tamaño es el riesgo? En una misiva enviada por la funcionaria al presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, puntualiza que de no llegar a un acuerdo su dependencia “no podría continuar cumpliendo todas las obligaciones del gobierno a principios de junio, si el Congreso no eleva o suspende el límite de la deuda antes de esa fecha.”
“El político debe ser capaz de predecir lo que va a ocurrir mañana, el mes próximo y el año que vienen y explicar después por qué no ha ocurrido” Winston Churchill
Con esa incertidumbre, el jueves de la semana pasada Joe Biden llegó a Japón para participar en la cumbre del G7, en Hiroshima, ciudad que fue arrasada por la primera bomba atómica utilizada en la parte final de la Segunda Guerra Mundial. Paradójicamente, uno de los temas principales que abordaron los jefes de Estado y gobierno de los siete países más poderosos, fue la guerra de Ucrania, luego de la visita de Zelenskya Francia donde pidió al presidente Emmanuel Macron mayor apoyo militar y la entrega de aviones de combate.
Los miembros del G7 abordaron temas que hoy ponen en riesgo al sistema económico mundial: inflación, aumento de la pobreza y la desigualdad, interdependencia y, especialmente, los riesgos que conlleva el empoderamiento de China cuya influencia a nivel planetario ha crecido de manera exponencial.
El presidente de los Estados Unidos no podía ausentarse de esta reunión. Existen elementos para señalar que los otros seis invitados a la mesa lo miran como un líder mundial débil frente a los embates de China, cuyo gobierno puso en marcha su plan para convertirse, “a más tardar en el 2050”, en líder mundial.
El mandatario estadounidense canceló su visita a Australia y a Papúa Nueva Guinea, regresando ayer a Washington luego de asistir a la clausura de la cumbre del G7. Sin duda, Biden fue trabajando en el avión una estrategia para convencer a los líderes del Congreso para que convenzan a los legisladores de evitar caer en el “impago” lo que conllevaría una quiebra técnica “de consecuencias potencialmente catastróficas para la economía de Estados Unidos y de todo el mundo.”
¿Por qué ocurre esta situación? Porque la Administración llegó en enero próximo pasado al límite del gasto que tiene autorizado por el Congreso: 31.4 millones de dólares. Desde esa fecha, el gobierno opera con “medidas extraordinarias”. ¿Qué tan grave es esta situación? Tan seria que, lo ha advertido la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, “el gobierno podría quedarse sin dinero para hacer frente a sus pagos a partir del primer día del mes de junio.”
¿Cuáles serían los efectos? Además de la pérdida de puestos de trabajo, la parálisis burocrática, se fortalecería lo que los economistas llaman “el fantasma de una recesión”. Los republicanos dicen un día no y al otro que quien sabe. Esta incertidumbre ya se está reflejando en los mercados financieros, los nacionales y los internacionales. El “súper peso” ha resistido a muchos movimientos telúricos, gracias al buen manejo de la macroeconomía por el gobierno federal; sin embargo, es probable que se revierta la tendencia si no se llega en Washington a un acuerdo.
Insisto, la controversia tiene fundamentos electoreros, sí, pero también deriva de una visión ideológica opuesta al modelo demócrata.
Como se sabe, los gobiernos encabezados por el Partido Demócrata sustentan sus administraciones, primero, en una mayor participación del Estado en la economía, lo opuesto al modelo republicano que promueve la reducción del tamaño del Estado. El modelo keynesianismo es la guía para que los gobiernos demócratas eleven el gasto público especialmente en tres rubros: salud, educación e infraestructura, y, al tiempo, promueven “el pleno empleo”, cada día más difícil de alcanzar en un sistema económico que privilegia la tecnología que desplaza a la fuerza de trabajo humana.
“Cuando el pasado ya no ilumina el futuro, el espíritu camina en la oscuridad” Alexis de Tocqueville
En oposición a esos planteamientos, los republicanos defienden los recortes en el gasto público orientados a fortalecer a sectores de salud y educación, y se manifiestan contrarios a utilizar la obra pública como el motor de la economía. Ellos privilegian el crecimiento de la participación del sector privado en la economía y ven, a estas alturas del siglo, como Kant, al Estado, a su brazo administrativo, el gobierno, como “el vigilante nocturno”, que garantice sus prerrogativas y privilegios.
Por ello la confrontación de las izquierdas y las derechas a nivel mundial. Mientras las primeras apuestan al cambio para revertir las inequidades sociales y económicas, las derechas fustigan toda estrategia que ponga en riesgo su estatus y los privilegios heredados o ganados al amparo de administraciones que les han sido favorables.
Toda propuesta de cambio debe ser frenada, con el contubernio de jueces que llegaron a su cargo en los tiempos del neoliberalismo a ultranza, o con la cotidiana narrativa de que esos gobiernos, los de izquierda, nos llevan al comunismo para convertirnos en Cuba, Venezuela o Nicaragua. Discurso desgastado pero que hoy se parte de la cotidianidad lo mismo en México, que en Colombia, Chile o Argentina.
Nadie levantó la voz cuando Ernesto Zedillo privatizó 12 mil kilómetros de vías férreas a favor de empresas norteamericanas de las que hoy es parte. Nadie levantó la voz cuando Felipe Calderón expropió terrenos para construir la inútil barda de una refinería.
No, no levantaron la voz los que hoy lo hacen en un escenario de plena libertad, porque entonces, esas decisiones favorecían a las elites económicas a las que ellos pertenecen. Hoy, los X y los Z, se desgarran las vestiduras por la expropiación de vías que servirán para hacer funcional al Tren Interoceánico que traerá desarrollo para unan región que mucho lo necesita, pero también oportunidades de negocios para muchos de los vociferantes de ocasión. No, no creo que elegir a los funcionarios del INE o a los integrantes de la Corte sea la solución, aunque la ministra Piña haya evidenciado donde está su corazoncito.
“La Casa Blanca está en manos de un sociópata megalómano que solo está interesado en su propio poder, en sus perspectivas electorales, y al cual no le importa lo que pasa en el país, ni en el mundo” Noam Chomsky sobre Donald Trump
¿Qué opina Donald Trump de todo esto? Me refiero, desde luego, a lo que ocurre en su país. El aspirante a un nuevo período en la presidencia de la República instó a los legisladores de su partido “a dejar que el país entre en quiebra técnica si la Casa Blanca no acepta recortes masivos en el gasto público”. En entrevista concedida a la cadena norteamericana CNN, calificada por el republicano como “parte de la prensa enemiga, ratificó que estará en las boletas electorales en noviembre del 2024.
Cuestionado por la presentadora Kaitlan Collins, a la que calificó de “persona terrible”, el exmandatario insistió en que “ganó las elecciones del 2020”, al tiempo que defendió a los participantes del asalto al Capitolio en enero del 2021, aduciendo que “muchos de ellos son gente excelente. Si llego a nuevamente a la presidencia, me inclino por indultar a muchos de ellos”.
¿Aceptaría el resultado de las elecciones del 2024? Se le pregunto: “Si pienso que son unas elecciones justas, sí, absolutamente”, pero de inmediato volvió a su planteamiento, “fui el verdadero ganador de las elecciones del 2020. Los resultados que dieron el triunfo a Joe Biden, estuvieron manipulados.”
A pocos días de haber eludido una vez más a la justicia, en referencia a la acusación hecha por la escritora E. Jean Carroll de violación, que un tribunal de lo civil consideró como un “abuso sexual”, obligando al magnate neoyorquino a entregarle a la agraviada cinco millones de dólares como compensación. Trump calificó a su acusadora como “una loca”, lo que provocó la risa y los aplausos festivos de una audiencia conformada por sus fieles seguidores reunidos en el estudio de CNN en Saint Anselm College, en New Hampshire.
Si CNN buscaba golpear al neoyorquino, les falló totalmente la estrategia. Los demócratas, cien años luz después, preguntaron en sus marchitas y anquilosadas redes sociales si ese era el hombre que quería ver nuevamente en la Casa Blanca.
Seguramente pasará lo mismo en relación con su participación en el asalto al Capitolio que investiga el Departamento de Justicia. La librará para estar presente en las boletas electorales, ni duda cabe. La estrategia demócrata solo ha logrado la victimización del adversario que puede poner punto final al contrato de arrendamiento de la residencia presidencial.
Con relación al discurso que pronunció aquel inolvidable 6 de enero del 2021, antes de que la muchedumbre se dirigiera hacia la sede del Legislativo, Trump le manifestó a Collins: “Nunca he hablado ante un gentío tan grande, y eso fue porque pensaban que las elecciones estaban amañadas. Estaba allí con amor en sus corazones. Fue increíble y fue un día precioso”.
El tema migratorio será, sin duda, uno de los temas más tocados en las campañas electorales. Los demócratas no salen bien librados a la hora de revisar su comportamiento. Paradójicamente las administraciones de Obama y Biden registran números muy altos en cuanto a los expulsados de su territorio, más elevados que los que se han dado en los gobiernos republicanos. La gran diferencia, es necesario puntualizarla, es el método, la forma en la que estos últimos se oponen al ingreso de los migrantes, especialmente los que intentan hacerlo por la frontera sur.
La administración Trump fue particularmente dura en ese tema. Muros para contener la inmigración; expulsión del país a quien hubiere llegado de manera ilegal, sin importar que esa acción punitiva fracturara a las familias. Poner punto final al sueño de muchos jóvenes que nacieron en esa nación y que aspiran a convertirse en ciudadanos legal y legítimamente.
El título 42 permitió al gobierno republicano ampliar su margen de acción contra los indocumentados. Esta normativa fue creada como una medida sanitaria que permitía la expulsión rápida de solicitantes de asilo con el argumento de la lucha contra la pandemia. El jueves de la semana pasada expiró este decreto. En la entrevista con CNN, Donald Trump califico el fin de esa normativa como: “un día de infamia en Estados Unidos.”
Algunos analistas consideran que el fin de esta controvertida norma migratoria dejada por Trump para la frontera entre México y Estados Unidos, da paso a un régimen plagado de incertidumbres, de interrogantes que corresponde a la administración de Biden que se vayan aclarando lo más pronto posible.
Iker Seisdedos (El País, 12 mayo 2023) explica que esta norma convivía con el Título 8, “que rigió solidario durante décadas hasta marzo del 2020”. Establece que, “en la práctica, los agentes de la patrulla fronteriza llevaban semanas optando mayoritariamente por el Título 8. El 42 solo se aplicaba en el 17% de los casos.”
Los números confirman lo afirmado por Iker. En el año fiscal 2022 (octubre-mayo) se les aplicó el Título 8 a 1.15 millones de detenidos en la frontera, en tanto que a 1.08 millones de detenidos se les aplicó el Título 42.
Con respecto a las administraciones demócratas, vale señalar que el Título 8, que endurece las condiciones para pedir asilo, permitió al gobierno de Barack Obama deportar a más de tres millones de migrantes en sus ocho años de ejercicio. Actualmente, el Título 8 incorpora novedades: a las personas que quieran solicitar asilo “se les obliga a pedirlo mediante una aplicación móvil desde sus países de origen, para que así viajen con certeza de que tenidos en consideración.”
“China quiere que nuestra gente pase hambre” Donald Trump
¿Adiós a las controversias entre México y Estados Unidos? Desde luego que no. Menos en el contexto electoral que ya se vive, donde los republicanos han construido una narrativa vulgar, irrespetuosa e intervencionista contra nuestro país, contra nuestro gobierno, tanto por los asuntos migratorios, como por el combate al fentanilo y a los cárteles que operan en México. Las palabras del legislador republicano, Kennedy, no sólo evidencian pobreza de espíritu, sino el bajo nivel de la contienda que colocará a nuestro país en la zona de combate.
La vigencia del Título 8, con todo y la novedad comentada, no detendrá las oleadas provenientes de Centroamérica y de otros muchos países, lo que conlleva que la tarea de retención asignada a nuestro gobierno seguirá siendo compleja y estará sujeta a grandes presiones, sobre todo, luego del lamentable hecho ocurrido en Ciudad Juárez aún en etapa de aclaración y definición de los culpables, por acción o por omisión.
Joe Biden, quien ha anunciado formalmente su candidatura a la reelección en 2024 no tendrá otro oponente que no sea el de su edad. Tendrá 82 años al inicio de su segundo mandato. Se muestra convencido. Pondera lo logrado en los dos primeros años de su administración. En sus recientes discursos ha iniciado señalando que su gobierno se ha fundado en la defensa de la libertad. “Ese ha sido el trabajo de mi primer mandato: luchar por nuestra democracia, proteger los derechos, asegurarnos de que todo el mundo en este país recibe el mismo trato y de que todo el mundo tiene una oportunidad justa.”
¿Logrará su cometido? Su empeño no basta. Múltiples encuestas muestran que la mayoría de sus conciudadanos, incluyendo a sus correligionarios, creen que no debería optar por un segundo mandato. ¿Quién será su oponente? Donald Trump es el más seguro candidato de los republicanos, pero no se puede descartar a Ron De Santis, gobernador de Florida, por cierto, enfrascado en una pelea cuerpo a cuerpo con Disney Corporation a la que le ha cancelado todas las prebendas logradas en aquellos tiempos dorados en los que su fundador, Walt Disney, tenía el poder para hacer y deshacer ahí y en California, amasando una inmensa fortuna.
Junto con Marjorie Taylor Green, Donald y Ron, encabezan el grupo de los republicanos más extremistas. Trump manifestó en la mencionada entrevista concedida a CNN que las encuestas le son favorables: Lidero -dijo- sobre Biden por 11 puntos porcentuales y por un montón por encima de `Santurrón´, su apodo para Ron DeSantis.
Donald Trump tendrá que sortear, en el camino a la nominación, las acusaciones por su participación en el asalto al Capitolio y por haberse llevado a su mansión en Mar-a-Lago, centenares de documentos clasificados. “Tenía todo el derecho de llevármelos”, al tiempo que acusaba a Biden de “haber guardado 1,800 cajas de documentación.”
“Vivimos en un tiempo maravilloso, en el que el fuerte es débil debido a sus escrúpulos y el débil se fortalece debido a su audacia” Henry Kissinger
El mandatario de los Estados Unidos, como mencioné al inicio de esta Prospectiva, viajó a Hiroshima, Japón, para participar en la reunión del llamado Grupo de los 7. En la múltiple agenda estuvo el tema de la guerra en Ucrania. Vale comentar que, en el marco de su entrevista para CNN, Trump, si bien se negó a declarar que bando quiere que gane, manifestó: “Quiero que todo el mundo deje de morir. Si regreso a la Casa Blanca, conseguiré eso en 24 horas.” Aderezó este comentario diciendo que: “El jefe del Estado ruso, Vladimir Putin, es inteligente, pero cometió un tremendo error, el entrar en Ucrania. Nunca lo hubiera hecho siendo yo el presidente.”
¿Qué planteó el G7 sobre la guerra en Ucrania? La cumbre del G7 ha marcado un giró, una nueva ruta tanto militar como diplomática en la guerra de Ucrania. La simple perspectiva de la entrega, aunque sea en un futuro mediato, de los F-16 a la nación invadida, y el activismo cotidiano de Zelensky en foros internacionales, influye en el futuro del conflicto, coinciden los analistas.
Estados Unidos, en boca de su presidente, ha autorizado la entrega de esos aviones. Andrea Rizzi, enviado especial de El País, experto en geopolítica, señala que esta decisión, “por sí sola, le da una nueva perspectiva militar al conflicto.” Sin duda, cuando Kiev pueda disponer de estos aviones “contará con un gran impulso en el terreno de combate.”
¿Qué ha dicho Rusia al respecto? Como ya lo señalé antes, el Kremlin ha “reaccionado de forma rabiosa”, advirtiendo que la medida entraña “riesgos colosales para los países occidentales”, declaración en el conocido tenor disuasorio que ha utilizado para mostrar su molestia ante los avances de Ucrania, por alguna modificación a su estrategia de combate, o por la suma de apoyos a favor de su oponente.
Sobresale de esta cumbre, el cierra de filas para contrarrestar lo que se ha calificado como una “coerción económica” y las “prácticas malignas” de China. El grupo perfila mecanismos de cooperación en el ámbito económico y tecnológico para responder a Pekín.
¿De qué se trata este mecanismo? El grupo fue muy puntual al señalar que existe en todos ellos una firme voluntad de mantener una relación “estable y constructiva” con China. Sus acciones no van dirigidas a lastimar sus posibilidades de desarrollo, lo contrario a las nuevas sanciones que se acordaron contra Rusia en el marco de la cumbre.
No se quiere acrecentar la confrontación, pero sí generar una estrategia que reduzca los riesgos vinculados con la dependencia del poderío manufacturero chino, “evitando el concepto más duro de desacople que fue defendido por Washington en meses pasados.” Como parte de esta estrategia, los siete anunciaron la puesta en marcha de nuevos mecanismos de cooperación en materia de desarrollo económico tecnológico, en seguridad y geopolítica.
Termino señalando que Europa está tomando muy en serio el “reto chino”. A un poco más de un año de las elecciones europeas para renovar el parlamento europeo (6 al 9 de junio de 2024), el Foro Mercado Libre, un “think tank” académico defiende la libertad de empresa en la Unión Europea como herramienta de progreso social y prosperidad económica. La intensión primaria de este grupo es devolverle a la Unión Europea el espíritu del Mercado Común original.
Por cierto, los jefes de Estado y gobierno de Brasil (Inacio Lula de Silva), India (Narendrá Modi) e Indonesia (Joko Widodo) fueron invitados especiales a la cumbre lo que evidencia el deseo de las potencias de mejorar la sintonía con naciones emergentes con un evidente objetivo: frenar el evidente avance de China en esas naciones merced a la llamada “ruta de la seda”. Tiempos de geopolítica que no se pueden dejar de analizar para poder decidir hacia dónde vamos.