Los periodistas, ¿Somos buitres de los Premios?
APUNTES PARA LAS REDES
POR HOMERO T. CALDERÓN
Recientemente, mi amiga Liz Merodio, me envió un tema de información periodística. Me preguntó si mi trabajo de periodista era primero, o lo humano, después. Y no supe qué responderle. A veces, la inteligencia se atasca y no sabe qué responder. Luego, me hizo conocer una historia que me transformó porque me llegó hasta el fondo de mi conciencia y mi corazón.
Sucede –escribe mi amiga- qué en los años 1993 y 1994, una hambruna atacó sin piedad a un país africano y humilde, Sudán, castigadísimo por las malas economías de sus hombres de política. En uno de esos instantes pavorosos donde la muerte acecha, una niña, buscando qué comer, se acercó a uno de los puestos de socorro de Naciones Unidas para implorar alimento.
Obviamente, sus padres habían muerto y la dejaron a sus tres años de edad, como un costalillo de huesos buscando que alguien la socorriera. Sus fuerzas de bebita le fallaron. Detrás de ella venía uno de los mejores fotógrafos de prensa del planeta, el sudafricano Kevin Carter. Éste observó como un aterrador buitre solo esperaba el momento que la bebé muriera para comérsela.
Los buitres –¡oh, Dios mío!- no devoran a sus presas hasta que se cercioran que ya están muertas. La carroña es su alimento.
Kevin Carter, profesional de la fotografía, acechaba -al igual que el buitre- el momento clave de la muerte de la niña. Finalmente, tomó la fotografía, misma que fue galardonada obteniendo el PREMIO PULITZER por la “increíble toma”. Eureka. El fotógrafo empezó a ser festejado y adulado por el arte mostrado en su fotografía,
Pero el gusto le duró solo unos meses. En un programa de televisión, a la hora de ser aplaudido por el público, una pregunta inesperada le llegó: “Oiga, señor Carter, si no lo molesto, ¿usted salvó a la niña de morir o solo obtuvo la foto de ese terrible momento para que lo premiaran”? Kevin Carter quedó sorprendido por la terrible pregunta. Y no supo qué contestar.
Meses después, Kevin Carter entró en depresión y ningún psicoterapeuta, pudo regresarlo a su vida habitual. Finalmente- murió. El mismo que le hizo la pregunta le dijo: “Solo reflexione, señor Carter: ¿quién fue más buitre a la hora que tomó la fotografía, el animal a punto de comerse a la niña o usted esperando una foto buscando que fuera premiada ?” En la escena, querido (a) lector (a) había dos buitres, el ave carroñera y el periodista.