Los desafíos de la inteligencia artificial
La inteligencia artificial (IA) es una tecnología que en los últimos años ha presentado avances importantes. Las innovaciones más recientes en el campo ampliaron las capacidades de la IA, y sus aplicaciones están presentes en nuestra vida cotidiana.
Así, muchas personas ahora interactúan diariamente con programas habilitados por estas tecnologías, desde sistemas de reconocimiento de imágenes, como los que se utilizan para etiquetar fotos en las redes sociales; de reconocimiento de voz, como los de los asistentes personales virtuales; de recomendación, como los usados por minoristas en línea, hasta los sistemas de navegación vía satélite con sugerencias para guiar a la persona usuaria.
La competencia entre las empresas tecnológicas por desarrollar nuevas aplicaciones crece en la medida en que evoluciona el campo de la IA. Es el caso de la IA generativa, un tipo de inteligencia que no sólo analiza y procesa grandes cantidades de datos existentes para crear predicciones, sino que también tiene la capacidad de producir contenidos originales, a partir de algoritmos que utilizan algún tipo de aprendizaje automático (machine learning).
Es el caso del programa ChatGPT, un chatbot de IA desarrollado por la startup estadounidense OpenAI y dado a conocer en noviembre de 2022. En los primeros cinco días de su lanzamiento, causó revuelo con más de un millón de usuarias y usuarios que iniciaron sesión en la plataforma para experimentarla por sí mismos.
Se trata de una herramienta que emplea la IA generativa para originar nuevos contenidos con datos existentes y la interacción con personas usuarias. De esa manera, puede desarrollar imágenes, audios, textos, canciones e incluso generar códigos informáticos. Existen otros programas de IA generativa, como Midjourney y Stable Diffusion, con capacidades para producir imágenes nuevas a partir de las descripciones de un texto, y el potencial de cambiar las industrias creativas, por ejemplo.
Ciertamente, los desarrollos en torno a la IA generativa han hecho del 2023 uno de los años más interesantes con respecto a las innovaciones tecnológicas y pueden ayudar a atender mejor algunos problemas que aquejan a nuestras sociedades. Sin embargo, pusieron en evidencia los desafíos éticos y normativos que presentan. De acuerdo con un análisis del Goldman Sachs, las nuevas aplicaciones como ChatGPT podrían generar un “disrupción significativa” en los mercados laborales. En concreto, el reporte apunta a que al menos dos tercios de los puestos de trabajo en Estados Unidos y Europa podrían automatizarse en cierta medida. En todo el mundo, hasta 300 millones de ellos se verían afectados.
SI bien el uso de la tecnología de IA también podría incentivar el crecimiento de la productividad laboral e impulsar el PIB mundial hasta en un 7 por ciento con el tiempo, es necesario asegurar que la innovación no deje sin empleo a las y los trabajadores. Por ello debe ser un proceso gradual y paulatino. Además de estos posibles efectos, existen riesgos para la gobernabilidad del sector, puesto que es posible que tales programas generen contenido falso o engañoso que llevaría a la desinformación. Asimismo, se cuestiona si el uso de datos es correcto, un asunto prioritario en la utilización de estas tecnologías; de lo contrario, se pondrían en riesgo los derechos de millones de personas, empezando por el que tienen a la identidad digital y la privacidad.
Recientemente, más de 1000 líderes y científicos tecnológicos, incluidos el cofundador de Apple, Steve Wozniak, y el cofundador y líder de SpaceX y Tesla, Elon Musk, hicieron pública una carta en la que llaman a pausar por seis meses el desarrollo de inteligencias artificiales más potentes que el ChatGPT, así como la realización de experimentos a gran escala, por sus potenciales riesgos para la humanidad.
Desde esta óptica, es indispensable que las y los legisladores y hacedores de políticas públicas actuemos con prudencia, nos enfoquemos en analizar los alcances de estas nuevas tecnologías y trabajemos en el diseño de los marcos regulatorios necesarios que garanticen el respeto de los derechos fundamentales de las personas, al tiempo que permitan crear sistemas sólidos de gobernanza de la IA. Sólo así habremos de aprovechar las oportunidades de ésta, sin menoscabo de los beneficios que puede ofrecer para la humanidad en su conjunto.
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