Libros del senado, despensa o acarreo
Triques Por José García Sánchez
Los libros que escriben los políticos en México tienen muy corta vida y un éxito tan relativo como efímero. Contrariamente a lo que sucede todavía con los libros escritos por algunos periodistas que surgen a la luz pública ante la censura que se imponía sobre algunos temas en sexenios pasados.
El oficialismo convertido en libros, cualquiera que sea el partido en el poder, están destinados a tener una vida muy corta, al mismo tiempo que otros que engañan al público como sucedió con El Rey del Cash, que, a pesar de que salió a la venta a mediados de octubre del año pasado, puede apreciarse en librerías de viejo en 10 pesos.
No se trata de libros usados, en ese caso sino nuevos, pero que agotaron sus expectativas y por lo tanto su tiempo, de tal suerte que ya no vale nada, simplemente son panfletos que intentan incidir en la vida democrática del país con expresiones golpistas.
Hay imposiciones de venta pero no de lectura con libros que escriben algunos funcionarios públicos en todas las administraciones, y en algunos casos es dinero procedente del erario, de manera directa o indirecta. A veces es difícil conocer de dónde proviene el pago; sin embargo, en el caso de los libros de Ricardo Monreal, sea cual fuere el origen del dinero para su impresión, sabemos que la recuperación de su “inversión” está asegurada y con dinero de todos los mexicanos.
Es decir, escribía, publicaba y le vendía al Senado libros, con sobreprecio, lo cual le arroja un doble negocio, en primer lugar, porque recupera, con creces, el gasto de impresión, y probablemente la investigación que seguramente no realizó el senador zacatecano, y todavía le queda algo de ganancia neta.
Pero ese negocio tiene un plus, que también patrocinamos los mexicanos, porque un vez adquiridos esos libros, son usados por el ex gobernador de Zacatecas como si fueran despensas o sacos de cemento; es decir, a cambio de simpatías y votos. Ante esas joyas literarias regaladas nadie podría negarse a dar su voto, de confianza, a Monreal, aunque el libro se quede abandonado en algún rincón de las casas de los convocados y presionados a votar por é.
La presión que ejerció Monreal desde espacios comprados en los medios para ser adoptado como un posible candidato de Morena a la Presidencia de la República ahora se convierte en un problema para ese partido que acercó a un mal elemento al camino de la posible candidatura al puesto político más importante del país.
La serie de declaraciones, retos, amenazas, contra las disposiciones de la 4T, lo caracterizan como un factor de división en el partido en el poder, con el pretexto de expresarse de manera crítica y democrática en el partido, se muestra intención de desmembrar, no sólo de dividir.
Apoyó la creación de Fuerza por México, la candidatura de la impresentable Sandra Cuevas, amenazó con rechazar el Plan B electoral, y un sinnúmero de factores que lo definen como un traidor. La utilización del libro como carta de presentación o cheque en blanco para los electores lo remite al pasado más oscuro de la lucha electoral del país.
El simple hecho de considerar que un libro de su autoría puede considerarse importante, incluso indispensable para el Senado de la República habla de una magalomanía digna de dictadores. Hacer negocio con esos libros a cargo del erario, es un delito, y regalarlos a nombre propio no sólo es in acto antidemocrático sino un verdadero delito. Que merece cárcel.
A Monreal le han perdonado muchas, no sólo el pueblo, el Presidente. Esta ya no pasa, el libro, su propio libro, se trata de la kriptonita del senador y la precampaña, su Waterloo.