Estudiantes de UNISA en Paro Indefinido por Crisis Académica y Administrativa
En la Universidad de la Salud (UNISA), una institución clave en la formación de nuevos enfermeros y médicos comunitarios, se vive una profunda crisis académica y administrativa que ha desencadenado un paro indefinido por parte del estudiantado. La dirección de la universidad ha sido acusada de utilizar las plazas docentes para labores administrativas, sobrecargando así a los profesores y generando un clima de descontento generalizado.
Ante esta situación, los estudiantes han decidido tomar acción. Durante la asamblea general, se acordó un paro indefinido con el objetivo de mejorar las condiciones académicas para la formación profesional de futuros médicos y enfermeros comunitarios. A pesar de haber intentado todas las instancias de diálogo, la directora de UNISA, Lilia Elena Monroy Ramírez, ha rechazado establecer comunicación con la comunidad universitaria, intensificando la crisis.
En lugar de abrir un canal de diálogo, la Dra. Monroy Ramírez ha contratado a Raúl Marroquín Morales y Armando Gutiérrez Escalante, quienes, según los estudiantes, actúan como desestabilizadores y aliados de la directora. Junto con el equipo jurídico de la universidad, estos individuos han sido acusados de intimidar y amenazar a estudiantes y docentes.
Estudiantes de UNISA en Paro Indefinido por Crisis Académica y Administrativa
Los estudiantes exigen el cese inmediato de estas prácticas de hostigamiento y represión y hacen un llamado a la comunidad universitaria y a la sociedad en general para que se solidaricen con su causa. La lucha no solo busca condiciones académicas dignas, sino también un trato justo y respetuoso para los docentes.
Este no es el primer conflicto que enfrenta la UNISA. En febrero, un paro similar llevó a un acuerdo que prometía mesas de diálogo con los estudiantes de medicina y enfermería, compromisos que las autoridades nunca cumplieron. Además, varios miembros del equipo de la Dra. Monroy Ramírez, muchos de ellos familiares directos o indirectos, han sido señalados de hostigamiento y de ser “aviadores” de la administración actual. Un ejemplo de ello es el chofer de la directora, quien figura en la nómina de la universidad sin desempeñar ningún cargo académico ni administrativo.
Los estudiantes han mostrado una tolerancia considerable, pero su paciencia ha llegado al límite. Rechazan cualquier forma de represión y demandan su derecho a la libertad de expresión y protesta dentro de la universidad. Insisten en que la universidad pertenece a los académicos y estudiantes, no a los directivos con intereses políticos.
La comunidad universitaria enfrenta una encrucijada. La situación en UNISA pone de manifiesto la necesidad de una administración transparente y comprometida con la educación y el bienestar de sus miembros. Los estudiantes de UNISA están decididos a luchar por una educación digna y no permitirán que intereses ajenos corrompan su institución.